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¿Tienes una palabra que te ronda?. Envíamela a emedbokita@gmail.com y veremos qué puedo hacer por ella.

20 de junio de 2008

pazwat@

Aparentemente parecen que pero no. Desconfío de ellos, de su lenguaje verbal y no verbal.
No son una tribu urbana porque sólo tiene un par de características comunes, en el resto prima la heterogeneidad. Sonríen casi siempre, salvo cuando duermen o cagan (actividades éstas reservadas a la sonrisa en el caso de los tendentes a la felicidad), y parecen mostrar asombro por casi todo.

Les hablas, de lo que sea, y te miran a los ojos sonriendo mientras arquean sus cejas, abren tanto los ojos que parecen carecer de párpados, como los peces, e interrumpen de a poquito su perpetua sonrisa para exclamar un “ooohh”, “aaahhh”, “mmmmm”, poniendo boquita de piñón, de comepollas o de “me acaban de meter un palo por el culo pero a pesar de ello no pienso decir ni muuuuu”, según requiera la exclamación. Y sí, asienten repetidamente con la cabeza completando el extraño ritual.
Les reconocerás, distinguiéndoles de aquellos que probablemente sí tengan razones para la sonrisa y el asombro, porque no tienen arrugas de expresión. Y es que cuando uno sonríe o se asombra de verdad pone en funcionamiento una serie de músculos provocando unos pliegues faciales que, con el uso y sano abuso, terminan convirtiéndose en esas, no sé por qué, menospreciadas arrugas.
Suelo imaginarme lo que pasa por sus cabezas cuando les tengo enfrente. Imagino que un pervertido sentido de la educación les impide expresarse sinceramente. Da igual que les provoques, que les contradigas sin razón porque no les cuesta ponerse de un lado u otro en cuestión de segundos, porque no pueden perder la compostura, porque les importa un carajo. Imagino que hasta pueden estar pasando un mal rato, que desearían que la conversación terminara.
Es entonces cuando me convierto en su pesadilla y aprovecho su incapacidad para quedar mal, para la incorrección y les acribillo. Les hablo y hablo sin parar, enlazando un tema con otro mientras observo cómo aguantan estoicamente o cómo van flaqueando sus expresiones o cómo empiezan a denotar impaciencia.
Tengo hasta una clasificación. Dependiendo del tiempo que me soporten, de la cantidad y variedad de sus siempre correctas y falsas expresiones, de la calidad de las mismas a pesar de mi soporífero acoso, mediante una metodología que combina estos factores, aplico un baremo.
Los hay hijos de puta de tomo y lomo. Estos aguantan como campeones y son los que más se esfuerzan en aparentar candidez e inocencia. Luego, aprendices de hijos de puta de idem con muchas posibilidades de llegar a serlo. Les auguro un fulgurante futuro hacia la infelicidad. Siguen los hijos de puta con pocas pretensiones, perezosillos, que tampoco es que les vaya la vida en ello y no están dispuestos a pagar el precio, en definitiva cabroncetes que hasta puede que, con el tiempo, puedan llegar a caerme medio bien. Y el coche escoba, como dice un amigo mío, aquellos que se creen caca y no llegan a pedo. Los que querrían ser unos grandes hijos de puta y se empeñan, sin suerte, en conseguirlo. Unos pardillos que terminarán, tienen todas las papeletas, siendo los frustrados esclavos de los hijos de puta de tomo y lomo.
Follar no he follado con ninguno, así que en ese sentido carezco de datos. Pero es que la mentira no me excita, a no ser, claro, que forme parte de algún juego erótico.

2 comentarios:

Cretin Girl dijo...

A mí me gusta la palabra nefasta.. o bolardo. ¿Será con v? ¡¡Nunca la he visto escrito!!

eme (dbokita) dijo...

Nefasta ok...y sí, bolardo con b, a ver qué puedo sacar de ahí, aparte de las ostias que me pego en la rodilla...arrancaré con ello, supongo.